jueves, 3 de marzo de 2011

El Masonso



EL MASONSO

Uno, en busca de la verdad y del conocimiento… fue a dar de pura chiripa a la masonería.

Pero más bien yo creo que era mi destino porque ya desde los 12 años había tenido ligeros encuentros con ella (la masonería), un día en casa de amigo M. salió de un cajón un librito con simbolitos… a lo que M. respondió muy tranquilo “es de mi papa… el es masón”, y agregó “los masones son gente muy inteligente…” y olvidamos el tema…

Y destino fue que en la Universidad, cuando fuimos al D.F. a ver la cama de Benito Juárez… a mi se me ocurriera decir que el fue masón y que justo se lo comentara a una compañera con la que nunca hablaba porque me parecía francamente horrenda, de una piel blanca sin chiste, una boca grande y de labios delgados, orejona y de un vestir tan poco estimulante al apetito sexual… era de ojos verdes pero no le lucían, porque sus demás características los opacaban, aparte usaba lentes. En fin, que resultó ser masona. Pero yo no lo supe sino pocos días después de aquella didáctica excursión académica, ese día sólo se me quedó viendo como quién cimbra sus esperanzas en alguien con un futuro prometedor.

Entonces resumiendo, me invitaría a formar parte de su logia, me dijo nos vemos tal día a tal hora… yo no estaré, pero ellos (aquí bien podría escucharse un fondo musical de suspenso) te encontrarán. Lleva una rosa verde.

Llegué puntual al lugar pero no llegó ninguna señal, lo aduje a que no lleve la pinchi rosita verde… en esa época ni sabía que existieran las rosas verdes, y hasta la fecha nunca he visto rosas verdes, pero eso se debe más a mi ignorancia botánica que a otras cosas.

A lo que a todas luces pareciera un rotundo fracaso en mi iniciación de hombre de conocimiento, lo salvó mi destino… no podía evadirlo, pues la masona me pregunto sobre la cita… le expliqué que me dejaron plantado y entonces me volvió a dar fecha, hora, y lugar: El edificio de la logia.

La iniciación.

La iniciación en una logia masona, es uno de los ejercicios más emocionantes que uno puede tener, lo recomiendo ampliamente. Pues llegué al lugar, toqué, me abrieron y me encapucharon y entonces me trataron como a un secuestrado… la experiencia fue tan insólita que sólo me dio risa. Me pusieron a seguir sonidos… a hacerme preguntas que parecían de verdad o reto… y a las que seguramente respondía mal porque cada vez me hablaba más golpeado mi entrevistador. Cuando no podía evitar la risa me picaban con una espada y me preguntaban “crees que esto es un juego”.
También nos hacían pruebas capciosas, en las que uno al encontrar su solución le llegaba un sentimiento de Sherlock Holmes, uno de los que más recuerdo, por los comerciales del desodorante Old Spice, es en donde le piden abrir una puerta, la cual no tiene picaporte… uno tentalea toda la puerta buscando una cerradura o algo similar y nada…

Al final lo ponen a uno en el centro y todos votan si merece ser miembro de la logia. Todos votaron a favor menos el mero mero… la democracia ganó esta vez.

La escena era tan teatral que tenía que contener la risa… todos vestidos con una especie de toga, velas y piezas ornamentales. Entonces le quitan a uno la capucha y lo ponen a leer una especie de Decálogo o juramento. Creo que el hombre tiene que hacer pompa y ceremonia para sentir más real su vida.

Hoy que lo recuerdo me surgen tantas preguntas… ¿desde cuándo hay logias mixtas? ¿Esta era una logia teen? Porque todos los que conocí era de mi edad o máximo uno o dos años mayores. Además debía de tener 19 o 20 años en ese entonces, lo cual tenía entendido que no era una edad permitida en la masonería.

Quisiera decir que encontré a seres ínclitos, que mi alma encontró un lugar de paz, o que me volví mejor ser humano, o por lo menos aprendí cosas interesantes, sin embargo mi paso por ahí fue una serie de equívocos y desacatos, como el error fue el no aprenderme el código para llamar a la puerta, el cual consistía es tocar dos veces, el portero respondía tocando 4 veces, luego uno decía una frase, el portero respondía a otra, te abrían y entonces les decías: “no mames pinchi tráfico, ¿tiene mucho que empezaron?”, pero todo lo anterior uno lo resumió tocando y diciendo: ¿ábreme güey, soy yo, no mames que me vas a dejar afuera?

Como error fue percatarme que todos los miembros eran unos tipos de lo más agrestes, uno leía a Carlos Cuauhtemoc Sánchez y otro era fans de Maná, en momentos de profunda reflexión sobre problemas de índole nacional, se solían aderezar con comentarios de este tipo: “como la canción de maná de selva negra que habla sobre…”

Como desacato fue en que no hiciera un ensayo sobre la revolución mexicana, y al pasar a dar mi ponencia de ello pusiera de ejemplo los Relámpagos de Agosto de Ibargüengoitia de una forma tan cantinflesca que ni yo mismo me entendí.

Y todo esto porque vi la película del Código da Vinci y están los masones en una como orgía, de haberme quedado más tiempo me hubieran tocado de esos ritos… suspiros.

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